Giuseppe Arcimboldo
Cada retrato un fermento del apetito del imperio, Giuseppe Arcimboldo conjura soberanos y estaciones a partir de las vísceras de jardines, cocinas, menageries—la anatomía reemplazada por archivo. La cara se convierte en un conjunto de mesa, el torso en una taxonomía. Los retratos de Giuseppe Arcimboldo no son meros grotescos; son cosmologías imperiales disfrazadas de broma. Trafica con la geometría oculta de la taxonomía, la violencia sinfónica de la colección como poder. Sus sujetos nunca son singulares; son ecologías completas disfrazadas de individuos.