Cassandra, la hija del rey Príamo y la reina Hécuba de Troya, fue bendecida con el don de la profecía por Apolo. Pero cuando rechazó sus avances, él la maldijo para que nadie le creyera. Esta trágica historia de una profetisa no creída, cuyas advertencias de un desastre inminente fueron trágicamente ignoradas, sirve como la base para esta obra de arte lúdica.

Esta Cassandra reinventada presenta una realidad alternativa donde no solo es creída, sino buscada por sus habilidades proféticas. Aún atormentada por el dolor y el rechazo experimentados por su yo paralelo en otra dimensión. Obligada a vengarse por la incredulidad y el desprecio que enfrentó su yo paralelo. Imponiendo visiones severas del futuro a aquellos que no las buscaron, llevándolos a la locura y la destrucción y a salas de chat de teorías de conspiración desde Mumbai hasta Milán... engañándose a sí misma al pensar, todo el tiempo, que este acto de venganza es justo y verdadero.

La obra de arte desafía el silenciamiento histórico de la voz profética de Cassandra y el desprecio de la sabiduría femenina en las sociedades antiguas. Al reinventar la historia de Cassandra, la obra de arte sirve como una metáfora para las mujeres que han sido relegadas, sus talentos y verdades desestimados.

Al darle a Cassandra lo que merece, la obra de arte arroja luz sobre la opresión sistémica de los marginados y el poder de la resiliencia. Al darle su venganza, la naturaleza incómoda de las respuestas al trauma se cocina en un crisol de humo, espejos, pociones y profecías...