En la vasta extensión del cosmos, encontramos a Thea, la Ninfa Espacial. Ella es un ser celestial de inmenso poder y sabiduría, su existencia es un testimonio del atractivo perdurable de la magia y la brujería. Estas fuerzas, aunque difamadas e incomprendidas durante siglos, nunca han desaparecido realmente. Persisten, desafiando los rígidos binarios de las religiones monoteístas con su fluidez y trascendencia.
La morada celestial de Thea, un palacio suspendido en el cosmos, es un santuario libre de las restricciones morales y convenciones de un mundo de blanco o negro. Aquí, ella no está limitada por las restricciones de la existencia terrenal. Sus pociones y herramientas, símbolos de su destreza mágica, son todas atraídas por la fuerza de su inspiración divina.
La historia de Thea está profundamente arraigada en la mitología griega antigua. Conocida como la Titánide de la vista y el éter brillante del cielo azul y luminoso, es un faro de luz en la vasta oscuridad del cosmos. Thea es descendiente de Urano y Gea, las deidades primordiales del cielo y la tierra. Junto a su hermano y consorte, Hiperión, dio a luz al dios del sol Helios, la diosa de la luna Selene y la diosa del amanecer Eos. Este linaje subraya su papel como progenitora de la luz, un símbolo de claridad e iluminación.