Henri Matisse, el revolucionario pintor, escultor y grabador francés, transformó el arte moderno con un valiente abrazo al color y la forma. Nacido en 1869, abandonó una carrera en derecho para dedicarse a la pintura, estudiando en la Académie Julian y la École des Beaux-Arts.
Su audaz uso del color puro y no modulado en obras como Mujer con sombrero (1905) definió el fauvismo, un movimiento radical que rompió con las tradiciones académicas. La maestría de Matisse en la composición—vista en El estudio rojo y La danza—transformó el espacio, reduciendo figuras e interiores a sus ritmos más esenciales. Sus collages de papel recortado, o gouaches découpées, como Desnudo azul II (1952), redefinieron la expresión artística en sus últimos años. Desde las sensuales odaliscas de su período en Niza hasta la austeridad espiritual de La Capilla del Rosario, su obra unió abstracción y figuración con una vitalidad inigualable.
Un innovador incansable, reimaginó las posibilidades de la línea, la forma y la armonía cromática, asegurando su legado como una piedra angular del modernismo. Matisse no solo representó la vida—tradujo su energía en pura poesía visual.