Eco era un peón en los juegos de los dioses, utilizado por Zeus para distraer a su esposa Hera de sus aventuras con otras ninfas. Su castigo por participar en este engaño fue cruel: Hera despojó a Eco de su verdadera voz, solo capaz de repetir las palabras que se le decían. Una maldición que la dejó incapaz de expresar su amor, llevándola a la desesperación y eventual transformación en nada más que un eco...

En mi interpretación de este mito, la tragedia de Eco se convierte en su triunfo. Ella se encuentra ante un caldero de subterfugios burbujeantes. Cerca del estruendoso salto de una cascada, sobre un lecho de conchas que hacen eco de las olas del océano desde lejos antes de absorber sus encantamientos y devolverlos a través de los mares, lanzando hechizos de habla sobre las tripulaciones de los barcos enviados para detenerla. Llevando a cada uno a su perdición, una caja de voz a la vez. La imitación de Eco, que una vez fue una maldición, ahora se ha convertido en su mayor arma…